«Adviento» es una palabra proveniente del latín y que significa «venida», ya que es el tiempo litúrgico de la preparación de la venida del Señor en el misterio de Navidad. El Adviento es también el tiempo de María, la Virgen, que con su seno generoso dio al mundo la Luz eterna, Jesucristo. Cada domingo tiene una temática concreta: así, en el primer domingo, el hilo conductor es la última venida de Jesús, al final de los tiempos y el llamamiento a estar en actitud vigilante; el segundo y el tercer domingos tenemos como protagonista a Juan Bautista, el precursor de Jesús, que nos anuncia su venida y nos invita a prepararle el camino; y el cuarto domingo contemplamos ya la cercanía de la Navidad con la figura de María, la Virgen y también san José, su esposo.
El Adviento, como cada tiempo litúrgico, tiene una repercusión para nuestra vida cristiana. Podríamos destacar, al menos, cinco actitudes de cara al tiempo de Adviento: la esperanza (a pesar de las dificultades), preparar el camino del Señor (disponer nuestros corazones), la alegría (de saber que Dios nos salva), la oración («Venid, Señor Jesús») y la paciencia (trabajar constantemente a pesar de lo que cueste). Son actitudes que nos ayudan a ver que tenemos que hacer camino para ir construyendo el Reino de Dios que él nos ha prometido, mientras esperamos la venida definitiva de el Salvador. El Adviento nos ayuda a tener una actitud de esperanza, de vela, de trabajar cada día preparando los caminos del Señor.